Sobre los días sin agua y el derecho a la vida

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Mural realizado en el colegio del centro poblado El Tambo, Cajamarca. / Créditos: Isabel López Meza

Los huaycos, inundaciones y lluvias intensas en el norte y centro del país también afectaron a Lima. La gran capital se quedó sin agua potable y nosotros, los que aquí vivimos, no lo pudimos creer. Durante casi tres días, nos la tuvimos que ingeniar para ―literalmente― sobrevivir. Días después, un amigo, con pensamiento neoliberal, me contó que su familia había comprado 3 bidones de agua ―de siete litros cada uno― por si volvían a cortar el agua. También, me dijo que había llegado a la conclusión de que le podía faltar todo, menos el agua. Sin agua, no podría vivir.

―Fíjate que las rondas campesinas (1) de Cajamarca piensan igual que tú. ¿No quieres que te avise de alguna marcha contra el megaproyecto Conga para que me acompañes?  Sería interesante escucharte gritar ‘Agua sí. Oro no’.

Él sonrió, pero no me respondió. Nos quedamos en silencio durante algunos minutos. Y yo me puse a pensar en lo que ocurriría si cada uno de nosotros se diera la oportunidad de abrir su corazón para escuchar a los pueblos indígenas y no lo que los medios de comunicación dicen de ellos.

El rondero Manuel Ramos nos diría que las rondas campesinas defienden sus territorios ancestrales de las empresas mineras, porque es defender la vida de todos:

«Nuestra Pachamama nos da el pan todos los días, y es la fuente de nuestra vida, de nuestra existencia, de nuestra cultura. Ella guarda la memoria de nuestros ancestros y recibe nuestro cuerpo cuando morimos. Por eso, las rondas campesinas debemos cuidarla, protegerla y defenderla, pase lo que pase, para las futuras generaciones que vendrán después de nosotros». (Testimonio de Manuel Ramos, 2017)

Elvira, rondera de Jadibamba, nos contaría que en las cabeceras de cuenca, donde se ubican las lagunas que desaparecería el megaproyecto Conga, está el pasado, presente y futuro de todos:

«Los gobiernos de turno no pueden imponernos megaproyectos que destruyan nuestra naturaleza y nuestra vida». (Testimonio de Elvira, 2017)

Si los medios de comunicación visibilizaran las voces de estos pueblos en lugar de distorsionar sus palabras y acciones, varias personas dejarían de llamarlos «radicales», «antidesarrollo», «terroristas». Quizás comprenderían que la lucha de los pueblos originarios de Cajamarca es por la defensa de la vida. Porque vida es para ellos sus lagunas, sus bosques y sus ríos. Porque para ellos la Pachamama o Madre Tierra también tiene derecho a una vida digna.

Si quienes vivimos en este país realmente nos tomáramos en serio el escuchar a estos pueblos y a la Madre Tierra, quizás seríamos miles los que saldríamos a las calles a marchar para que el Estado respete el derecho al consentimiento de los pueblos indígenas y declare la nulidad de todas las concesiones mineras y petroleras que hay en sus territorios ancestrales.

Si el ruido de este Sistema Neoliberalista nos dejara sentir el dolor de nuestros hermanos indígenas y los gemidos de sufrimiento de la Tierra, quizás también nos arriesgaríamos a apostar por un modelo económico que respete a la naturaleza y se base en la igual dignidad de todos los pueblos. Quizás también caeríamos en la cuenta de que los huaycos, lluvias e inundaciones que hoy vivimos son consecuencia de la contaminación, del extractivismo, del despojo territorial que sufren los pueblos por parte de los Estados para dar paso al «desarrollo monista y colonialista».

«Si estos quizás se hicieran realidad, otra sería la historia», pensé. Y junto con estas palabras, vinieron mis ganas de llorar.

―¿Qué pasó? ¿Estás bien?

―Sí.

―Tus ojos están brillosos.

―Ah, es que se me vinieron varias ideas locas, pero también bonitas. Imaginé a miles de personas en una marcha contra el extractivismo y la apuesta de otro modelo económico.

―Alucinas demasiado, pero creo que es tiempo de buscar alternativas para crecer económicamente sin dañar el medio ambiente.

Al escucharlo, sentí que su pensamiento colonialista se había rajado un poquito. No todo está perdido. Y, como él, habrá otros a los que la vida misma los descolonizará.

***

Aprovecho este post para compartir un video sobre los pueblos originarios de Cajamarca y las razones por las cuales, desde hace más de cinco años, siguen resistiendo la imposición violenta del megaproyecto minero Conga.

Notas al pie:

(1) Las rondas campesinas son una forma de organización de los pueblos originarios en Perú. Poseen reconocimiento constitucional (Artículo 149 de la Constitución Política del Perú y ley de rondas campesinas- Ley Nº 27908).